Las actuales características fisiográficas de Nicaragua y de los países adyacentes son el resultado de los eventos geológicos que datan de la era Mesozoica. Uno de estos eventos fue el movimiento de dos unidades estructurales conocidas como los bloques Maya y Chortis (Donnelly et al. 1990, fig. 1, p. 38).
Durante el Jurásico y el Cretáceo temprano el bloque Maya se encontraba localizado en lo que hoy es el Golfo de México y paulatinamente se fue desplazando hacia el sur y oeste a lo largo de la falla Salina Cruz que cruza el Istmo de Tehuantepec al sur de México. Durante el Cretáceo tardío este bloque se articuló a la parte sur de México conformando lo que hoy son las tierras de México al sur del Istmo de Tehuantepec, Belice y norte de Guatemala. El bloque Chortis, que actualmente comprende el centro y sur de Guatemala, además de Honduras, El Salvador y Nicaragua, probablemente estaba localizado a lo largo de la costa suroeste de México y luego migró a su posición actual al final del Cretáceo. La zona de contacto entre los bloques Maya y Chortis es la zona de la falla Motagua-Polochic en el centro de Guatemala.
Muchos de los devastadores temblores de tierra que caracterizan a esta región se deben a la actividad a lo largo de este sistema de fallas. El límite sur del bloque Chortis comprende la zona de la falla de Santa Elena justo al sur del Lago de Nicaragua. Las montañas del norte de Nicaragua son resultado, en parte, de las fuerzas de compresión que se desarrollaron entre los bloques Maya y Chortis en el Cretáceo tardío, si bien el levantamiento principal se produjo en el Cenozoico tardío como consecuencia de fenómenos de subducción.
Otro evento geológico importante en la evolución física del paisaje de Nicaragua fue la formación de la Zanja Mesoamericana a lo largo de la costa occidental de Centroamérica. Esta es la zona de subducción donde el límite occidental de la placa de Cocos se sumerge por debajo de Centroamérica. En este escenario tan complejo, el margen frontal de la placa de subducción libera sus elementos volátiles y llega a metamorfizarse a unos 200 km de profundidad. En el trozo de manto por encima de la zona de subducción, a unos 120 km o menos, se forma lava, y el sistema entero es conocido como la zona de Benioff. La lava a menudo encuentra la forma de salir a la superficie a través de las fisuras, produciendo así una cadena de volcanes justo hacia el interior de la zona de subducción. Las montañas a lo largo de la costa occidental de Nicaragua, representan tal cadena volcánica. Su levantamiento probablemente data del Terciario temprano y continúa hasta el presente como lo documentan los aproximadamente 25 volcanes activos entre el Tajumulco en el oeste de Guatemala y el Volcán Barú en el oeste de Panamá. Además, los deslizamientos a lo largo de las fallas producen terremotos como el que afectó severamente a la ciudad de Managua en 1972. El Lago de Nicaragua es esencialmente un estancamiento o depresión imperfecta que fue separada del océano por la formación de las montañas costeras, probablemente en el Terciario tardío. Sin duda, ha sido frecuentemente inundado por aguas marinas.
Aunque no se dispone de mapas paleofisiográficos detallados para Nicaragua, es probable que a inicios del Terciario, hace 65 millones de años, la parte emergente del país consistía mayormente de las colinas bajas de la Cordillera Isabela. Posteriormente, en el Terciario temprano, apareció la cordillera costera occidental. Las aguas marinas cubrieron la Mosquitia y la mayoría de la región oriental del país extendiéndose hasta el pie de las montañas. El levantamiento fue secando gradualmente las tierras bajas durante el Terciario medio y tardío, aunque se produjeron movimientos verticales de superficies de tierra así como fluctuaciones del nivel del mar. Estas se estiman entre -120 m durante la época de máximo glacial y +60 m durante las épocas libres de hielo. Ha habido entre 18 y 20 avances y retiradas glaciales principales en todo el mundo durante los últimos 1.6 millones de años, y numerosos más pequeños, que muy probablemente afectaron el nivel del agua en las tierras bajas de Nicaragua.
Los cambios climáticos que se sucedieron facilitaron migraciones a través de la región, tanto desde el sur como desde el norte. Los radio isótopos de oxígeno (18O/16O) preservados en las conchas de invertebrados marinos se usan en la reconstrucción de las paleotemperaturas del planeta; se incorpora más 18O en las conchas a medida que el agua se enfría. La curva de paleotemperatura muestra que entre el final del Cretáceo y el final del Eoceno temprano (65-50 millones de años) las temperaturas fueron mucho más altas que hoy en día, y alcanzaron su máximo en el Eoceno temprano (Graham, 1999a, fig. 3.1, p. 89). Las biotas tropicales alcanzaron su máxima expansión geográfica en esa época y se extendieron hasta latitudes más altas que en la actualidad. Esto dio una magnífica oportunidad para la introducción de elementos tropicales, además de aquellos que evolucionaron localmente, y de otros que llegaron durante el Cenozoico por medio de transporte a larga distancia. El transporte por las aguas poco profundas fue bloqueado a través del istmo hace 4.2 millones de años y las inclusiones provenientes del sur aumentaron con la formación del puente de tierra de Panamá hace 3.5-3.1 millones de años.
El registro fósil vegetal de Nicaragua consiste de una vaina de Prioria tufficola Brown (Caesalpiniaceae) proveniente de los depósitos modernos de San Rafael (Brown, 1947). Sin embargo, existen floras fósiles de las eras Terciaria y Cuaternaria tanto del norte como del sur de Nicaragua que son adecuadas para explicar otro aspecto de la vegetación moderna; es decir, el tiempo de origen de los elementos templados del norte que se encuentran en las tierras altas de Nicaragua. La flora actual incluye un número de estas plantas tales como Pinus, Liquidambar, Myrica, Quercus y Ulmus entre otros. La parte sur de la zona norcentral es el límite más sureño para muchos de ellos (Pinus, Liquidambar, Ulmus), mientras que la extensión de otros llega hasta Sudamérica (Alnus, Quercus, Myrica).
Durante el Eoceno medio se produjo una disminución de la temperatura media anual del planeta, seguida por otro decremento al final del Mioceno temprano. Las floras fósiles hacia el norte (México, Guatemala) y sur (Costa Rica, Panamá) de Nicaragua indican que la introducción de los elementos templados del norte, que ahora se encuentran en las tierras altas, empezó después del descenso de temperatura del Mioceno tardío y es, por lo tanto de origen relativamente reciente (Graham, 1999b).
Nicaragua está geográficamente localizada para interceptar elementos tropicales provenientes del sur y elementos templados provenientes del norte, además de los componentes de la vegetación que se originaron in situ y de aquellos que llegaron por transporte a larga distancia. Los cambios climáticos facilitaron las migraciones a través de la región durante el Cenozoico. Los eventos tectónicos, las fluctuaciones del nivel del mar y el vulcanismo produjeron un panorama diverso y dinámico para acomodar a la amplia diversidad de plantas y animales que hoy caracterizan la rica biota de Nicaragua.
Brown, R.W. 1947. Fossil plants and human footprints in Nicaragua. J. Paleontol. 21: 38-40.
Donnelly, T.W., G.S. Horne, R.C. Finch y E. López-Ramos. 1990. Northern Central America: The Maya and Chortis blocks. En: G. Dengo y J.E. Case (eds.). The Geology of North America, Vol. H, The Caribbean Region. Geological Society of America. Pp. 37-76.
Graham, A. 1999a. Late Cretaceous and Cenozoic History of North American Vegetation (north of Mexico). Oxford University Press.
Graham, A. 1999b. The Tertiary history of the northern temperate element in the northern Latin America biota. Amer. J. Bot. 86: 32-38.
* El autor agradece al Dr. Thomas W. Donnelly (SUNY, Binghamton) por los comentarios y sugerencias.