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Flora de Nicaragua

Introducción - Breve análisis de los resultados | Contenido

 
 

Esta Flora de Nicaragua describe 5,796 especies en 1,699 géneros en 225 familias. De ellas, 5,354 especies son definitivamente conocidas, mientras que la presencia de las restantes es considerada probable por los autores. Este trabajo resume el conocimiento, hasta el presente, de la flora de plantas con semillas de Nicaragua, y es el resultado de cientos de años de recolección de plantas y de su estudio por parte de cientos de taxónomos.

Obviamente, el conocimiento sobre la flora de Nicaragua continuará acumulándose. Especies adi­cionales serán encontradas, tanto aquellas incluidas en la Flora como esperadas, así como también aquellas que nunca fueron incluidas. Además, nuevas especies serán descritas para la ciencia y otras especies pasarán a ser tratadas como sinónimos. De esta manera, el número de especies conocidas, al igual que los nombres de algunas de ellas serán cambiados. Este es el trabajo de florísticos y sistemáticos, y esta Flora deberá constituir un estímulo para estudios futuros de la flora de Nicaragua.

La Tabla 2 presenta la lista de las familias más grandes de la flora de Nicaragua. Orchidaceae es, con diferencia, la familia más grande y Poaceae es la que le sigue. Sin embargo, Fabaceae tratada en sentido amplio, incluyendo Mimosaceae y Caesalpiniaceae, sería la segunda familia más grande y casi tan grande como Orchidaceae.

Tabla 2

La Tabla 3 presenta la lista de los géneros más grandes de la flora.

Tabla 3

El tamaño total de la flora no se conoce completamente y las colecciones adicionales ciertamente continuarán aumentando el número de especies. Las especies comunes son relativamente bien conocidas pero las especies raras continúan siendo descubiertas a ritmo constante. Actualmente se conocen 761 especies por una sola colección, representando el 14.3% de la flora conocida, lo que sugiere, sin duda, que hay cientos de especies adicionales por ser descubiertas en las regiones menos exploradas del país. Se cree que un total de 408 especies de la flora fueron introducidas, ya fuera como malezas exóticas o como plantas que escaparon de cultivos y se han naturalizado. De todas formas, es obvio que este total es incompleto y que esta Flora no es una compilación confiable de estas plantas.

Existen 79 taxones (1.5%) considerados por esta Flora como endémicos, es decir plantas no encon-tradas como indígenas en ninguna parte fuera de Nicaragua. Estas incluyen 15 Orchidaceae, 9 Fabaceae, 7 Asteraceae, 5 Rubiaceae, 4 Myrtaceae, 3 Acanthaceae, 3 Asclepiadaceae, 3 Lauraceae, 2 Araceae, 2 Loranthaceae, 2 Myrsinaceae, 2 Rutaceae, 2 Sabiaceae y 2 Viscaceae. Además, existen 18 familias con sólo una especie endémica. La mayoría de las especies endémicas (68%) se concentran en las montañas de la región norcentral del país.

No existe nada de la geografía, geología, o historia fitogeográfica de Nicaragua que no sea compartido con las repúblicas centroamericanas adyacentes, y por esto es predecible que la tasa de endemismo sea baja. Las montañas altas y aisladas, las islas oceánicas antiguas, y los tipos de suelos especializados tienden a tener plantas localmente endémicas, pero Nicaragua no tiene ninguna de estas características. A pesar del ya bajo endemismo reflejado por esta Flora, este probablemente decrecerá a medida que colecciones adicionales y estudios continúen. Probablemente una causa de endemismo aparente sea la falta de colecciónes adecuadas. Por ejemplo, Rhynchospora waspamensis es conocida por una sola colección realizada en Waspan, y con seguridad se encuentra al otro lado del Río Coco en el sur de Honduras. Otras especies endémicas como Coccoloba nicaraguensis y Serjania setulosa fueron originalmente descritas de especí­menes muy pobres o incompletos, y a medida que mejor material proveniente de las localidades tipo sea disponible se podrá decir con más confianza si son sinónimos de especies más comunes. En otros casos, las especies endémicas pueden pertenecer a grupos que no han sido cuidadosamente estudiados por lo que la variación interpoblacional aún no es entendida y las especies han sido reconocidas sólo provisionalmente. Sin embargo, hay especies verdaderamente endémicas de Nicaragua. Anthurium beltianum, por ejemplo, es una especie distintiva en un género bien estudiado y es conocida del bosque nublado en una pequeña área de Matagalpa y Jinotega. De la misma manera, Jatropha stevensii es una especie distintiva en un género bien estudiado y está restringida a pocas mesas basálticas erosionadas en Boaco y áreas adyacentes de Managua. Con certeza existen aún especies endémicas por ser descubiertas y nombradas. Aproximadamente el 60% de las especies endémicas de Nicaragua han sido nombradas en los últimos 20 años y 73% fueron colectadas por primera vez en los últimos 40 años.

La Tabla 4 lista 33 taxones presumiblemente extintos en Nicaragua. Estos se incluyeron ya sea porque no han sido vistos en los últimos 100 años o porque fueron específicamente buscados y no encontrados en sus localidades originales. Así como ocurre con los taxones endémicos, esto podría ser sólo una falta de colección y estas especies podrían ser eventualmente relocalizadas, o también podrían representar errores taxonómicos y ser en realidad otras especies. Adicionalmente, existe siempre una pequeña posibilidad de que el registro para Nicaragua represente una colección con etiqueta errónea, proveniente de alguna otra localidad y el taxón nunca estuvo presente en el país. La mayoría de éstas, sin embargo, representan taxones perdidos para la flora por degradación de sus hábitats originales. La degradación de los hábitats puede ser directamente por medio de deforestación y por conversión a agricultura, e indirectamente por los cambios climáticos que siguen a la deforestación. Berthold Seemann y Ralph Tate, por ejemplo, originalmente encontraron en el área de las minas de oro en Chontales., varios de estos taxones aparentemente extintos. La vegetación original de esta área, basada tanto de las descripciones de naturalistas pioneros como en las plantas colectadas allí, fue de pluvioselva. Deforestación, probablemente por la extracción de madera para su utilización en las minas, y la subsecuente sequedad del clima, produjeron una sabana muy fuertemente degradada con parches de bosques secos en áreas protegidas, y la vegetación original ha desaparecido completamente. La mayoría de esta flora se encuentra hacia el sur y el este pero algunas de las especies más sensibles han desaparecido completamente.

Esta lección de extinción debería ser una alarma. Con el fin de reducir las extinciones futuras, Nicaragua necesita proteger vigorosamente las áreas naturales que aún quedan, tanto para mantener su patrimonio de diversidad como para proteger su clima futuro. Adicionalmente, deberían hacerse consideraciones serias de cuales componentes de su diversidad no están actualmente protegidos en el sistema nacional de reservas.

 

 
 

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Imagen de fondo: Bonamia douglasii D.F. Austin, Tipo: Stevens 23522, Chontales. Endémica de Nicaragua.

 
 
 
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