DIARIO “VIAJE QUENDEQUE”

 

Para la planificación del primer viaje al Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado (PN-ANMI) Madidi, nos contactamos con los colegas que están involucrados en la elaboración del Plan de Manejo del mismo. Averiguando con ellos las necesidades principales, encontramos que en la parte sureste del Parque no se habían realizado colecciones botánicas, siendo el Quendeque el principal río y acceso a este sector, especialmente durante la época de lluvias, cuando el nivel del río sube lo suficiente para permitir arribarlo en bote sin demasiado esfuerzo.

 

Antes del viaje nos contactamos con representantes de la Confederación de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), quienes nos recomendaron entrar con gente de la etnia Leco, que viven en la región de Guanay, y son conocedores de este sector del Parque. Un miembro de la directiva, don Juan Cerda, nos ayudó en la organización del viaje y nos acompañó durante toda la campaña como guía.

 

·         18 de enero del  2002

El  grupo de trabajo, conformado por las botánicas Renate Seidel, Narel Paniagua, Alfredo Fuentes y Carla Maldonado, y los estudiantes de biología Diego De La Quintana y Tatiana Miranda, después de acomodar el equipaje en la vagoneta alquilada del Instituto de Ecología, salimos finalmente del Herbario Nacional de Bolivia en La Paz a las nueve y media, de la mañana por la carretera a los Yungas al noreste de la ciudad. En el camino recogimos a don Juan Cerda, quien nos esperaba impaciente desde las ocho.

 

Después de casi tres horas y media de viaje, llegamos a la localidad de Santa Bárbara, a orillas del río Coroico, donde hicimos nuestra primera parada para almorzar. Luego seguimos viajando y paramos en el pueblo de Caranavi a las cuatro y media de la tarde,  para descansar y tomar algún refrigerio porque el calor de las tierras bajas tropicales ya se hacía sentir. Retomamos el camino y cerca a las cinco y media de la tarde llegamos a Guanay, pueblo originalmente minero, cuyo nombre  en idioma Leco significa “donde están los ladrones”.

 

·         19 de enero del 2002

En Guanay, aprovechamos el día para hacer compras que quedaron pendientes. Mientras tanto Juan se contactó con la gente que en principio se había comprometido a acompañarnos, para esto fue hasta su pueblo Carura, a unas dos horas subiendo en bote por el río Kaka.  En la tarde realizamos una visita a las oficinas de CARE, una organización no-gubernamental que apoya con proyectos de desarrollo en la zona, encargada además de la elaboración del Plan de Manejo del parque Madidi. Allí nos entrevistamos con el jefe de la oficina, le explicamos cual era el trabajo que íbamos a realizar en el Parque, en especial en la zona del río Quendeque, y nos enteramos de la problemática de los pobladores y asociaciones de productores de la región.

 

Al finalizar la tarde nos reunimos con la gente que nos acompañaría en nuestra expedición al Quendeque. El grupo estaba compuesto por los hermanos Efraín y Germán Montecinos, Sidman Vidaurre y Ramiro Chambi, encargados del bote; además de los guías propiamente dichos Juan Cerda, Vicente Lipa, Fabián Cito y la cocinera Gubi Cerda, hija de Juan. La expedición “Madidi-Quendeque” quedó conformada finalmente por un grupo de 14 personas.

 

(FOTO 1)

 

·         20 de enero del  2002

La salida de Guanay en bote estaba planeada para las nueve de la mañana, pero debido a fallas en el motor, se pospuso hasta la una de la tarde. Mientras los motoristas solucionaban este contratiempo, nosotros disfrutábamos observando la vida en el puerto de Guanay, donde la gente llegaba o salía cómodamente sentada en los “buses fluviales” acondicionados para este fin, en tanto que grupos de chiquillos se refrescaban ya sea chapoteando en el río o revolcándose en la arena y el fango de la playa

(FOTO 2)

 

Una vez arreglado el motor, cargamos nuestro equipaje y partimos rumbo a Quendeque con nuestros coloridos salvavidas, ante la expectativa de la gente del puerto, aparentemente éramos una comitiva bastante curiosa.

(FOTO 3)

 

Luego de un emocionante viaje por el río Kaka, con hermosas vistas de cerros cubiertos por bosque, llegamos a las tres y media de la tarde a Mayaya, un pequeño poblado en el cual compramos fruta. Continuando el viaje llegamos poco después a la embocadura del río Kaka al río Beni, en este lugar ya un río grande, afluente del Amazonas. Bajando una media hora el Beni llegamos a la embocadura del río Quendeque, en cuya proximidad se encuentra el puesto de los guarda-parques.

(FOTO 4)

 

Aquí  presentamos nuestro permiso de ingreso al Área Protegida. Los guardas se mostraron sorprendidos de nuestra llegada, ya que aparentemente no habían sido notificados. Ya eran las siete de la noche y ellos nos invitaron a armar las carpas allí mismo.

 

 

·         21 de enero del  2002

Por la mañana, el jefe de los guardas del puesto, nos dio algunas recomendaciones que debíamos cumplir dentro del Parque como por ejemplo no dejar basura de plástico, evitar la pesca excesiva, no usar explosivos para la pesca, además de no cazar animales dentro del Parque, por lo que fue necesario dejar en el campamento una escopeta con sus respectivas municiones. 

(FOTOS 5 y 6)

 

Luego de haber oído todas las recomendaciones, partimos a las ocho. Los guardaparques nos acompañaron con su bote en la subida del río Quendeque para ayudarnos a encontrar un lugar apto para nuestro campamento.

(FOTOS 7 y 8)

Llegamos a las diez y media a la desembocadura del arroyo Retama, al frente del cual se instaló el campamento. De aquí en adelante era, por el momento, complicado arribar el río por la presencia de cachuelas y la poca profundidad del agua debido a la falta de lluvias a pesar de la época en que nos encontrábamos. Instalamos el campamento en una terraza unos cuantos metros sobre el nivel de las aguas. El calor era sofocante, probablemente hacían 35ºC y pequeñas abejitas que conformaban el “comité de bienvenida” no dejaban de molestarnos.

 

·         22 de enero del  2002

En la mañana cruzamos el río en bote y caminamos siguiendo una antigua senda de exploración maderera. Subimos una cuesta empinada y llegamos a  la cima empapados de sudor por el esfuerzo y el calor. En el sotobosque había mucho Erytrochiton fallas, aquí realizamos el levantamiento y evaluación del primer transecto, al que nombramos “Marimonos” por los primates (Ateles chamek) que nos saludaron al llegar a este lugar.

(FOTOS 9 y 10)

Como era la primera vez que trabajábamos juntos, intercambiamos experiencias respecto a nuestras maneras particulares de hacer las cosas y demoramos un poco definiendo los detalles del trabajo. En la tarde retornamos al campamento donde prensamos las plantas coleccionadas en el día, acomodándolas entre papel periódico, que guardamos al día siguiente en bolsas plásticas empapándolas en alcohol al 70% para conservarlas hasta su posterior secado en la estufa del Herbario Nacional en La Paz.

 

 

METODOLOGÍA

 

 

Los Inventarios florísticos cuantitativos fueron realizados utilizando  técnicas de inventarios ecológicos, bien establecidos lo que permite asegurar la comparación de nuestros datos con los de otros estudios similares.

 

Los Transectos florísticos, de 100 x 10 m (0,1 ha) fueron realizados siguiendo la metodología planteada por Gentry(1982, Evol. Biol 15: 1-84), donde se registraron todas las plantas con un dap (Diámetro a la Altura del Pecho, medido a 1,3 m del suelo)  ³ 2,5 cm, incluidas lianas.  En 3 de las 10 parcelas de 10 x 10 m se registraron a todos los individuos con un dap < 2,5 cm, y en subparcelas de 2 x 2 m se registró la regeneración.

 

Adicionalmente en cada transecto realizado se tomó una muestra de suelo (1 Kg.) hasta los  30 cm de profundidad aproximadamente. Estas muestras fueron posteriormente analizadas en el Laboratorio de Calidad Ambiental del Instituto de Ecología, La Paz.

 

Las colecciones generales  se realizaron en todo momento durante el transcurso de la campaña de campo. Se coleccionaron ocho duplicados por número de colección , si la muestra se encontraba fértil, y cuatro si estaba estéril, esto asegura que haya suficiente material para ser distribuido a los herbarios nacionales, especialistas taxonómicos, e instituciones asociadas en Norte América y Europa. Los especímenes coleccionados fueron secados y en algunos casos preservados en alcohol, adicionalmente fragmentos de las hojas tiernas (en caso de encontrárselas) de los especimenes fértiles fueron conservadas en silicagel para la realización de estudios filogenéticos y análisis de ADN. Los especímenes serán manejados según protocolos estandarizados de herbario; su información se incluirá en las bases de datos del Herbario Nacional de Bolivia, y del Jardín Botánico de Missouri, TROPICOS W3 [http://mobot.mobot.org/Pick/Search/pick.html].

 

Las muestras coleccionadas se encuentran depositadas inicialmente en el Herbario Nacional de Bolivia (LPB)  donde se revisará la cantidad de ejemplares y se realizará una identificación preliminar con la que se realizarán los primeros análisis de los transectos.

(FOTOS 11 y 12)

 

·         23 de enero del  2002

Volvimos al mismo lugar del día anterior y completamos  el transecto “Marimonos”. En la mañana, a Diego le picó una “buna” (hormiga grande de picadura muy dolorosa, que incluso puede causar fiebre). Uno de los guías raspó el lugar de la mordedura con el filo de un machete, al parecer esto ayudó mucho, ya que luego de pocas horas no había señal aparente de la picadura. En el almuerzo, Narel trató de probar la resistencia de las lianas columpiándose en una de ellas, la cual cedió provocándose una buena caída, afortunadamente sin ningún daño de consideración.

 

·         24 de enero del  2002

Tomamos la misma senda como los primeros días, por la cuesta empinada ¡Un verdadero calvario! avanzamos más sobre la cima hasta llegar a un lugar casi plano, con signos de influencia de aguas estancadas, con muchas marantáceas y heliconias en el estrato de hierbas. Allí empezamos el transecto “Laguna Seca”, el cual no pudimos terminar en este día.

El efecto del ambiente húmedo y caliente ya se sentía, estábamos hinchados de tanta picadura de insectos. Desafortunadamente en algún momento del trabajo, tal vez en este día, Narel y Diego fueron picados por flebótomos (Phlebotomus spp), mas conocidos como moscas arenarias, portadoras de un protozoario del género Leishmania, el cual provoca una parasitosis de la piel cuya variedad más difundida se manifiesta por heridas ulcerantes, y es conocida como leismaniasis, espundia o lepra blanca. Los síntomas de esta enfermedad recién se hicieron patentes casi un mes después.

En el lugar había una ingente cantidad de abejitas, las cuales no cesaban de molestarnos mientras trabajábamos, introduciéndose a los ojos, fosas nasales, oídos y boca. Terminamos agotados y algunos incluso con jaqueca, más por la molestia de las abejas que por el trabajo en si.

(FOTO 13)

Por su parte Alfredo, Sidman y Juan continuaron, abriendo una pica con la finalidad de llegar a la serranía de Chepite, la cual sobrepasa incluso los 1000 m. de altura y aparentemente presenta otro tipo de vegetación, diferente del que nos encontrábamos. Siguieron por la cima de la colina y bajaron hasta el arroyo Retama, desde aquí volvieron a subir por otra cuesta hasta llegar a una especie de meseta, donde almorzaron para posteriormente retornar porque ya se hacía tarde.

           

·         25 de enero del  2002

Completamos el transecto del día anterior. Mientras, el grupo de Alfredo emprendió nuevamente su empresa de llegar a Chepite, pero esta vez abriendo otra pica para evitar la cuesta del calvario, siguiendo el arroyo Retama, lo que entraño por su parte otra dificultad y riesgo, ya que por trechos había que andar sobre las piedras del arroyo en partes resbalosas.

(FOTOS 14 y 15)

Siguieron caminando sin mayores contratiempos hasta que pasado el mediodía cayo una breve llovizna, se guarnecieron hasta que escampó y andaron un par de horas más, finalmente llegaron a la conclusión de que no iban a poder llegar a la serranía, debido a lo accidentado del terreno. A su retorno tuvieron algunos traspiés, e incluso alguna caída que hizo resentir una herida antigua a Sidman, esto debido a que todo se encontraba mojado y resbaloso por la llovizna.

 

·         26 de enero del  2002

Pasando el lugar del transecto “Laguna Seca” realizamos el transecto “Cima Paquio”, nombrado en alusión a la presencia de un individuo de gran porte del árbol “paquio” (Hymenaea courbaril).

 

·         27 de enero del  2002

Fuimos al puesto de los guarda-parques porque los motoristas tenían que comunicarse vía radio con sus familiares en Guanay. De paso nos aprovisionamos de azúcar, que nos iba a faltar pronto.

 

Recorrimos una senda que salía del campamento hacia el bosque, en el camino efectuamos colecciones generales, principalmente de plantas fértiles, había una “buena cosecha” en las orillas de un arroyo próximo a la senda.

(FOTOS 16 a 23)

Vimos que había más posibilidades para trabajar y decidimos pasar al final de nuestra estadía otra vez para continuar. A las tres de la tarde nos fuimos para regresar a nuestro campamento. El nivel del río había bajado, por lo que durante el viaje de vuelta tuvimos que bajarnos del bote en algunos tramos para empujarlo.

(FOTO 24)

 

·         28 de enero del  2002

Trabajamos cerca del campamento, caminamos unos cuantos minutos hasta encontrar una planicie donde se realizó el transecto “Camino del Anta”, nombrada así por la presencia de un sendero de dichos animales (Tapirus terrestris).

 

·         29 de enero del  2002

El río había subido algo por lluvias en la serranía. Aprovechamos esto para subir en bote el río Quendeque hasta donde el agua lo permitía. Navegamos aproximadamente una hora.

(FOTO 25)

Bajamos en la orilla izquierda del río sobre una terraza aluvial, donde realizamos el transecto “Aliliara”, por la proximidad de un arroyo del mismo nombre.

El retorno al campamento fue algo mas dificultoso, el día había sido bastante soleado y el nivel del agua en el río bajó considerablemente, lo que nos obligó a tener que bajarnos y empujar el bote.

Prensando las plantas en la noche, nos dimos cuenta que no iban a alcanzar los periódicos que llevamos para prensar las plantas. Empezamos a poner todos los duplicados de una colección juntos, para ahorrar el papel.

 

·         30 de enero del  2002

Nuevamente trabajamos en la orilla opuesta a nuestro campamento, sobre una terraza aluvial.

(FOTO 26)

Realizamos dos transectos, uno por la mañana, en una ladera levemente inclinada que denominamos “Bibosi”, por la presencia de un gran árbol del mismo nombre (un Ficus sp.) y un segundo, por la tarde, en una semiplanicie próxima, que denominamos “Majo” por la dominancia de esta palma (Oenocarpus bataua).

 

German nos dijo que probablemente la gasolina se nos podía terminar, así que tuvimos que economizar su uso para poder volver a casa, o de lo contrario nos tocaria bajar “kallapeando” (Kallapo es un término para las embarcaciones artesanales hechas del “palo balsa” (Ochroma pyramidale) con las que navegan por los ríos).

 

·         31 de enero del  2002

Para trabajar cerca al Arroyo Retama en su parte alta, seguimos la senda abierta durante los primeros días de trabajo, pasando más allá del transecto “Cima Paquío”. Después de caminar aproximadamente dos horas por una cuchilla descendimos por una pendiente fuerte al arroyo. A unos cuantos metros de la orilla, sobre una ladera levemente inclinada realizamos el transecto “Retama”.

 

Después de disfrutar de un almuerzo a orillas del arroyo y refrescarnos en sus aguas, decidimos retornar a nuestro campamento siguiendo el curso del arroyo. En el trayecto realizamos colecciones generales, principalmente de plantas que se encontraban en flor y/o fruto, de las que (como en todos los días precedentes) tomamos muestras de silica gel. El retorno tomó mucho mas tiempo del previsto, algo como 4 horas de caminata entre piedras y agua, donde no faltaron algunas caídas, como la de Diego que cayó al agua junto con su cuaderno de campo. Llegamos al campamento, casi al anochecer, lo que nos dejó una larga noche prensando las plantas coleccionadas en el transecto y en la caminata.

 

·         1 de febrero del 2002

Nos quedamos en el campamento, lo que nos dejó algo mas de tiempo para dormir. Aprovechamos la mañana para ordenar el campamento, organizar el material y las provisiones.

 

Por la tarde llovió bastante, por lo que no pudimos salir a trabajar, así que aprovechamos ésta para descansar y trabajar con nuestros cuadernos de campo. Por la noche las “chicas” (Carla, Tati y Narel) nos sorprendieron con una rica cena, el menú: champiñones en salsa roja y puré de papas, todo directamente de la lata y del sobre.

 

·         2 de febrero del 2002

Decidimos trabajar en nuestro lado del río, aprovechando una nueva senda abierta día anterior por German y Sidman. Lamentablemente no pudimos avanzar mucho pues una fuerte lluvia nos trajo de vuelta al campamento. Cerca de las once y media la lluvia cesó, así que nuevamente nos dispusimos a retomar la senda, no tardó mucho en volver a llover, pero esta vez nos quedamos. Fabián, Ramiro y Vicente tendieron una muy buena carpa con sus impermeables, la que tratamos de imitar sin buenos resultados.

 

Después de un almuerzo húmedo y aún con algo de lluvia decidimos realizar el transecto “Bejucal”, llamado así por la gran cantidad de lianas que encontramos en el bosque, en una planicie ubicada en la terraza aluvial alta.

 

Para el final de la tarde la lluvia había cesado, lo que nos permitió prensar las plantas y tomar un baño, que aunque algo frió, fue bastante reconfortante.

 

·         3 de febrero del 2002

Decidimos llegar a una meseta que aparece en nuestras cartas topográficas, y a la que tres días atrás habían llegado Alfredo, Juan y Sidman en un recorrido exploratorio. Salimos temprano del campamento, ya que nos esperaba una larga caminata. Tomamos el mismo camino que nos llevó hasta el arroyo Retama, y desde donde empezamos la empinada subida que nos llevaría a la meseta.

 

Realizamos el transecto “Meseta”, en una semiplanicie ligeramente inclinada hacia el oeste.

 

·         4 de febrero del 2002

En la noche el río había subido tanto, que en la mañana el bote se encontraba casi a la altura de nuestras carpas. Aprovechando el nivel alto del agua subimos nuevamente en bote, más arriba que la primera vez, hasta cerca de la embocadura del Arroyo San Pascual. Al frente, en la orilla izquierda del río trabajamos en una planicie correspondiente a una terraza aluvial con el transecto “Encuentro Pascual”. Teníamos que apurarnos y volver pronto, porque el motorista estaba preocupado por las aguas que estaban bajando muy rápido.

 

·         5 de febrero del 2002

Cruzamos el río y realizamos una nueva senda; por algo más de media hora caminamos entre “charales”, una vegetación densa compuesta casi exclusivamente por el “charo”, una gramínea alta (Gynerium sagittatum), y bejucales densos hasta llegar a un planicie donde decidimos trabajar.

(FOTO 27)

Según los guías habían antes en este lugar muchos “tigres”, como llaman a los jaguares (Pantera onca), pero que ahora eran muy escasos,  probablemente alguno de los que aún quedaban allí podría en ese momento estar muy cerca de nosotros; afortunadamente nuestro transecto no incluyó ninguno!!, pero sí escuchamos el barullo producido por una anta (tapir) atropellando monte.

Realizamos el transecto “Tigre”, en un terraza aluvial con un bosque húmedo de llanura. Después del almuerzo, en medio de cuentos de tigres iniciamos el retorno al campamento.

 

Quisimos aprovechar la caminata de regreso al río para ver los “ambaibales”, vegetación secundaria de las orillas de los ríos con el árbol principal “ambaibo” (Cecropia spp.) y “charales” (Gynerium sagittatum) que dominaban las playas próximas al río. Caminamos algo mas de dos horas abriendo senda por un bosque denso,  lleno de bejucos hasta que llegamos a los “ambaibales”  y poco después a los “charales”, donde realizamos algunas colecciones generales. La verdad es que a esa hora era tan fuerte el sol y estábamos tan cansados que decidimos salir de ellos lo antes posible.

(FOTOS 28 y 29)

En la radio de Germán escuchamos a veces noticias y nos enteramos que en los últimos días se habían desarrollado protestas de los campesinos en el Altiplano y en los Yungas con bloqueos de los caminos. Esperábamos que se solucionaría el conflicto antes de nuestra salida.

 

·         6 de febrero del 2002

Nuevamente decidimos trabajar por detrás del campamento. Amaneció algo nublado y no tardó en comenzar a llover, caminamos un largo trecho bajo la lluvia pero poco a poco ésta se fue haciendo mas intensa, pero al cabo de dos horas cesó y pudimos trabajar.

 

En este sector realizamos el transecto “Mauri”, en un bosque húmedo bajo, con dominancia de palmeras.

 

Fue nuestra ultima noche en el campamento. El periódico nos alcanzó!!! y aún teníamos algo para nuestras colecciones rió abajo, algo de provisiones (lo justo para unos dos días) y el combustible aparentemente nos alcanzaba para llegar a Mayaya, allí según Germán podriamos abastecernos de combustible para llegar hasta Guanay.

 

·         7 de febrero del 2002

En algo más de una hora levantábamos el campamento, nos tomamos la última foto y abordamos el bote.

(FOTO 30)

En las orillas realizamos algunas colecciones generales, así, nos tomó tres horas y media para llegar hasta el puesto de los guarda-parques, donde paramos para quedarnos una noche y realizar colectas generales, pasando con el bote por la orilla del río.

 

Nos enteramos que los bloqueos de los caminos habían aumentado y sería imposible volver a La Paz por tierra desde Guanay. Con la radio de los guardas llamamos a La Paz y nos confirmaban, que probablemente el conflicto no se iba a solucionar pronto. Lo mas aconsejable, según los guarda-parques era, bajar en bote hasta Rurrenabaque y de allí tomar un avión hasta La Paz. Por suerte, llegó un bote de turistas que pudo llevarnos a Rurrenabaque al día siguiente y el nuestro volvería a Guanay con los pasajeros del otro.

 

Esa misma noche utilizando la radio de los guarda-parques llamamos para asegurar nuestro retorno a La Paz vía aérea, por suerte aun habían cupos en el avión.

 

·         8 de febrero del 2002

Por la mañana trabajamos en algunas sendas próximas al campamento de los guarda-parques, uno de ellos, Victor,  y  el motorista del nuevo bote fueron con nosotros.  Caminamos bastante tratando de llegar a una cuchilla que aparecía en los mapas, nos salimos de la senda y nos perdimos; estuvimos perdidos algo mas de tres horas las que aprovechamos para colectar. Al fin cerca al mediodía llegamos a lo que parecía una cuchilla donde dominaban palmeras de marfil vegetal (Phytelephas macrocarpa), allí almorzamos y comenzamos el descenso por una senda llena de bejucos, que por suerte nos llevó de vuelta al campamento al promediar las cinco de la tarde.

 

Esa noche cenamos lo ultimo que teníamos de provisiones y de nos ser por el dueño del nuevo bote, que resultó ser un buen pescador y un excelente cocinero, habríamos comido solo arroz.

 

·         9 de febrero del 2002 

Muy temprano recogimos nuestro campamento, y abordamos el bote para seguir rumbo a Rurrenabaque. La bajada por el río fue increíble, aún la neblina no se había levantado y los bosques en la cima de los farallones que rodeaban el río tenían una apariencia fantasmagórica.

 

Casi a las once y media llegamos al puesto de guarda-parques “Andino”, cerca del Estrecho del Bala, allí encontramos nuevamente al guarda-parque Tito, el que nos recibió en el puesto del Quendeque unos tres semanas antes. Una hora y media después llegamos a Rurrenabaque.

 

Con tanto equipaje a cuestas necesitamos 5 carritos llenos hasta la punta, para llevar todo al hotel. Por la tarde nos dedicamos a organizar los materiales que íbamos a llevar a La Paz, lavamos y ordenamos todo lo que dejaríamos en Rurrenabaque, para usarlo en la próxima entrada.

 

·         10 de febrero del 2002

Temprano teníamos que dejar nuestro equipaje en las oficinas del Transporte Aéreo Militar (TAM). El día amaneció despejado, lo que aseguraba nuestro retorno a casa. Cerca de las once llego nuestro avión proveniente de La Paz y al promediar las doce y cuarto estábamos despegando rumbo a La Paz, donde nos esperaba el “sorojchi” y el reencuentro con las plantas para ahora secarlas...

 

 

 

 

 

 

 

 

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