DIARIO DEL PROYECTO MADIDI
Salimos hacia una nueva aventura, esta vez rumbo a Apolo desde donde caminaríamos hacia Mamacona, una comunidad que quedaba sobre la senda Apolo-San José.
Llegamos a nuestro destino antes de lo que imaginábamos… un almuerzo, y a alistar los últimos detalles.
Aunque planeábamos salir temprano, no lo logramos, recién al medio día empezó la caminata.
Aunque la caminata no
era tan difícil como la imaginábamos, los que sufrieron, por el peso que
llevaban, fueron los caballos.
Por fin llegamos a Mamacona
donde nos esperaban muy ansiosos los guías que habían trabajado con el anterior
grupo.
A pocos minutos de la comunidad de Mamacona, instalamos nuestro campamento, le dedicamos todo el día.
Empezamos a trabajar con un transecto denominado “Ladera Oeste”, aunque no logramos terminarlo.
Terminamos temprano el transecto, así es que se
aprovechó el tiempo para enseñar a los nuevos la forma correcta de prensar.
Después de trabajar, por la noche nos logramos comunicar por radio con La Paz. Narel, Alfredo y otros amigos nos dan noticias de la ciudad.
Cuando nos alistábamos a trabajar, cayó una fuerte lluvia, obligándonos a regresar al campamento, pero más bien no duró mucho.
Ya que la brecha que se tiene que abrir para la
parcela permanente es muy morosa, decidimos que Honorio y Marcelino empiecen el
trazado, mientras el resto trabaja en un transecto.
El trabajo en la Parcela empezó este día, pero fue demasiado lento, sólo avanzamos una sub-parcela.
No todos los días se come chocolate, pero es
domingo.
Seguramente porque eran muchas especies nuevas al principio, ahora avanzamos más rápido.
Era el cumpleaños de doña Nieves, así es que después de trabajar, la festejamos con una deliciosa torta.
El trabajo se repite, secamos las plantas, trabajamos en la parcela y prensamos las plantas.
Después de varios días,
lo hicimos: terminamos de trabajar en la parcela permanente, ahora sólo nos
quedan algunos transectos.
Hicimos otro transecto, esta vez sin Renate, que se sentía un poco delicada del estómago y decidió quedarse en el campamento.
Fuimos a hacer otro transecto en un lugar donde la mayoría de las especies eran nuevas… ¡colectamos mucho!
Llegamos temprano después de trabajar, lo que nos dio tiempo de bañarnos antes de que el sol se ponga.
En la mañana había que esperar a que empezaran a trabajar en la Radio de Miraflores en La Paz, pero además a que la gente llegue al Herbario para poder hablar con alguno.
Era el último día y nos faltaban dos transectos para terminar.
Después de una larga discusión por fin acordamos con los dueños de los
bueyes para que nos ayuden a transportar nuestro material al día siguiente.
Aunque parecía que no, partimos recién cerca al medio día, y aunque no avanzamos mucho, llegaremos a Machúa como estaba planeado.
Cuando llegamos a Chiriuno, nos encontramos con
Remberto y su hermano, ¡quienes nos habían traído un delicioso almuerzo!
El Naranjal era nuestra meta ahora… acampamos allí, nuestra última noche en carpas.
Cerca al medio día llegamos a Machúa, de donde nos recogió Ernesto con la movilidad del Instituto.
Decidimos salir a las 4 de la mañana y llegamos a La Paz a las 4 de la tarde aproximadamente, un viaje pesado pero rápido.
DIARIO DEL PROYECTO MADIDI
Salimos a las 9 de la mañana,
entre cargar las cosas en la movilidad alquilada del Instituto de Ecología que
nos llevaría hasta Apolo y alistar los últimos detalles… Nuestro grupo era
reducido: viajábamos ahora Renate Seidel, la coordinadora del Proyecto, Carla
Maldonado, postgraduada; Héctor Cabrera, un nuevo tesista y María Seidel,
voluntaria para este viaje.
Fue un viaje largo, en el camino
pasamos por varios pueblitos. En uno de ellos, Escoma, llegamos a almorzar,
siguiendo más tarde nuestro viaje para llegar a un lugar llamado “La Calzada” donde el grupo anterior había pasado la
noche. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que sólo era una pensión donde
comían los chóferes que estaban de paso. Por suerte la dueña nos ofreció un
cuarto donde dormimos todos, cansados por el viaje.
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Temprano,
después de un buen desayuno, partimos rumbo a nuestro destino, Apolo. El chofer
que nos llevaba, Valentín, no había hecho ese camino
hace
mucho tiempo, por lo que todos pensamos que nos faltaba mucho para llegar; pero
en menos de lo imaginado llegamos, a la una de la tarde. En la plaza
encontramos a los chicos que salían de su viaje a Chiriuno y fuimos almorzar
con ellos aprovechando para hablar sobre algunas cosas para el viaje y la caminata
que nos esperaba.
Por la tarde nos dedicamos a
hacer algunas compras que faltaban, visitamos la Alcaldía, a los guarda-parques
y fuimos a las oficinas de CARE-Bolivia para explicarles nuestro
trabajo. Nos atendieron cordialmente y se ofrecieron en brindarnos su apoyo
durante el trabajo.
Por la noche, junto con Remberto
Alvarez, y José Tito, quienes serían nuestros guías, alistamos el material en
bultos que debían pesar 24 kilos cada uno para cargarlos en los caballos. Tarea
un poco morosa, que acabamos a la luz de unas velas, ya que en Apolo hay
energía eléctrica sólo hasta las nueve de la noche.
Nos fuimos a dormir, y aunque
planeabamos hacerlo temprano, con tanta cosa por alistar, lo hicimos tarde.
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Todos
nos levantamos a las 5:30 de la mañana, pensando que si empezábamos la caminata
temprano sin mucho sol, sería más fácil… lamentablemente nuestro plan falló.
Después de desayunar, el chofer
nos llevó a todos hasta Machúa, poblado donde se termina el camino carretero y
desde donde hay que empezar a caminar. Allí esperaban los guías con 13
caballos, los cuales llevarían toda la carga que teníamos.
El proceso del “enchipado”
(amarrado de los bultos en “reatas” o redes de cuero para hacerlos compactos),
tardaba mucho; pero además, una vez listos los bultos, había que preparar a los
caballos poniéndoles la “carona” (especie de colchón en el lomo del caballo
para que los bultos no lo lastimen), sujetada ésta con una “cincha” (correa con
la que se sujeta la carona al caballo), para que encima recién vayan los bultos
bien amarrados al animal, haciendo contrapeso y bien equilibrados.
El hacer esto para cada uno de
los animales llevó muchísimo tiempo. El grupo de los chicos que debía regresar
a La Paz ese mismo día, nos acompañó sólo hasta el medio día, porque si
esperaban más se les haría tarde. Nosotros salimos a nuestra caminata a eso de
las 12:30 p.m., justo cuando el sol daba más fuerte.
Empezamos con una subida tan
pendiente que cuando llegamos a la cima, agradecimos que los caballos tengan
que parar para descansar, puesto que nosotros también lo hicimos. A eso de las
4 de la tarde llegamos a un lugar llamado “El Naranjal”, denominado así por la
fruta que allí cultivan, y después de disfrutar de algunas, continuamos nuestro
camino, que si bien era cansador, estaba también lleno de hermosos paisajes,
con cerros y mesetas cubiertos de pampas abiertas resultantes de la quema, que
por cierto, se practica en esta zona con intensidad más que todo por el ganado
que poseen. Últimamente, como el área ya es Parque Nacional, se espera que la
gente se vaya concientizando y esta actividad se reduzca.
Observamos también lugares
impresionantes muy rocosos. Todo el trecho que caminamos es uno de los antiguos
caminos de los incas.
A las 5 de la tarde paramos en
un arroyo, porque si seguíamos más allá no encontraríamos un buen lugar (más
que para nosotros, para los caballos) para acampar y pasar la noche.
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El enchipado de los bultos para
cargarlos en los caballos se hizo una rutina durante nuestra caminata. Esta vez
tardó como dos horas, y no pudimos llegar más allá de Turnia, una comunidad que
queda de paso, a almorzar.
A eso de las 4:30 de la tarde
tuvimos que dejar de caminar por el mismo problema del día anterior. No
encontraríamos otro lugar para acampar más adelante.
Al llegar nos dimos cuenta que
dos de los caballos tenían heridas en sus lomos por el peso que llevaban.
Renate los curó, pero nos preocupó un poco puesto que los guías nos dijeron que
llegaríamos a Mamacona recién en dos días más. Nosotros habíamos separado
víveres para la caminata para tres días y no para cuatro, lo que duraría la
caminata según los guías; tendríamos que sacar más de las cajas, lo cual no era
difícil pero si un poco molestoso.
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Otra vez la misma rutina del
enchipado. Llegamos a almorzar a Chiriuno, lugar donde el grupo anterior había
hecho su campamento, allí estaban todavía algunos bultos del material que ellos
nos habían dejado, pero mientras comíamos llegó un grupo de gente de Mamacona
que ya habían sido contratados para recogerlos.
Ellos, y un turista que
encontramos en el mismo lugar, y que hacía el camino desde San José hacia
Apolo, nos informaron que llegaríamos esa noche a Mamacona, lo que nos
tranquilizó mucho.
Seguimos la caminata en un grupo
ya más grande pero una senda más cerrada, ya pasábamos entre bosques y la
caminata se hacía más difícil, y al llegar hasta Guarajujo, el último río antes
de llegar a Mamacona, los guías nos hicieron notar que los caballos ya no
podían seguir por lo difícil del camino, así es que decidieron dejar allí a los
que estaban mal y llevar hasta Mamacona sólo lo indispensable para ese día, ya
que al día siguiente se recogería el resto.
Como a las 5 y media llegamos a
la comunidad, donde Nieves, Honorio y Marcelino, quienes ya nos habían
acompañado al viaje hecho hacia el río Hondo en el Parque Madidi y con quienes
habían trabajado también los chicos del grupo que hicieron el viaje a Chiriuno,
nos esperaban y estaban muy felices de vernos: se les habían acabado los
víveres que el anterior grupo les había dejado.
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Temprano
nos trasladamos a unos 20 minutos de la comunidad donde haríamos nuestro
campamento. El día entero lo dedicamos a organizarlo, y claro, por supuesto a
darnos el baño tan ansiado que no pudimos durante la caminata.
Fue un lindo campamento, uno de
los mejores en los que (por lo menos
nosotros) estuvimos; el río que pasaba por allí era mágico, sus aguas
cristalinas y los montes cubiertos de vegetación que lo rodeaban, nos hacían
olvidar por lo menos algo del frío de sus aguas.
Ese día todos comimos muy bien,
doña Nieves cocinó muy rico para todos.
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Empezamos
por ir al monte que estaba al frente, cruzando el río del campamento, había que
descalzarse para cruzarlo pero hubo quien lo cruzo cargada en los hombros de un
guía.
Subimos el cerro tratando de
encontrar no sólo un buen lugar para realizar nuestro primer transecto, sino
también uno donde la visión del paisaje nos podría ayudar a escoger otros
puntos de muestreo.
A unos 1550 m de altitud, nos
detuvimos para hacer el transecto
denominado “Ladera Oeste”. Hicimos solo la mitad, primero porque eran especies
nuevas para nosotros y segundo porque había gente nueva trabajando con nosotros
y había que explicarles cómo lo hacíamos.
Por la tarde, cuando regresamos
al campamento, prensamos sólo algunas de las muestras (Foto 10) ya que al día
siguiente Honorio se quedaría acompañando a doña Nieves y terminando con
algunos detalles del campamento, y le daría tiempo para acabar de prensar. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Terminamos temprano por la tarde
y regresamos al campamento donde aprovechamos el tiempo para explicar a los
nuevos colaboradores la forma correcta de prensado de las colecciones. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a En la misma ladera del
campamento, pero más arriba, había un lugar llenos de palmeras a las que la
gente de allí llama tolas, por lo que el transecto que hicimos en ese lugar se
denominó “El Tolal”. Este día terminamos un transecto. Por la tarde, cuando
regresamos al campamento, encontramos al dueño de los bueyes que nos ayudaría
en el camino de regreso con la carga, pero sólo hasta la mitad, ya que los
caballos nos ayudarían el resto. Renate quedó en verse con él el 10 de octubre
para ultimar los detalles. La noche fue especial, ya que
después de prensar las plantas, logramos comunicarnos por primera vez por radio
con La Paz. Hablamos con Narel, Alfredo, Tatiana y algunos amigos, quienes nos
dieron noticias sobre nuestras familias y el trabajo en el Herbario. Fue muy
grato poder comunicarnos con ellos desde donde estábamos. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen
a
Por la mañana, después del
secado de nuestras muestras, salimos a trabajar, pero a menos de cinco minutos
del campamento, nos pescó una lluvia torrencial, por lo que tuvimos que volver
y esperar hasta las 11. Decidimos almorzar primero y luego ir a trabajar. A la vuelta Renate inspeccionó
el lugar para empezar en los siguientes días a trabajar con la Parcela
Permanente. b Volver al inicio a
b Volver al resumen a Remberto, otro de los guías,
trepó un árbol muy alto y lo hizo sin trepadores; parece que terminó algo
lastimado, pero logró bajar la muestra con éxito. Terminamos tarde y muy cansados,
ya en el campamento María decidió quedarse al día siguiente para prensar las
muestras, lo que fue una noticia grata para todos porque no tendríamos que
quedarnos esa noche prensando plantas. Mientras tanto, doña Nieves
preparaba unas deliciosas empanadas para el día siguiente. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Empezamos a trabajar en la
Parcela Permanente, mientras Honorio, Marcelino y Héctor empezaron a marcar las
sub-parcelas, nosotros nos quedamos a trabajar. En el principio, tardamos
mucho, sólo hicimos una sub-parcela de 20x20 metros, a este paso, no
acabaríamos con la PPM ... Regresamos al campamento a eso
de las 6 de la tarde, y después de prensar las muestras y cenar, todos nos
fuimos a dormir. b Volver al inicio a b Volver al resumen a No habíamos llevado mucho
chocolate, así es que había que racionarlo, pero es domingo y nos tocaba esa
ración. En la parcela todavía íbamos
lento. Marcelino y Honorio siguieron marcando las sub-parcelas y Héctor se
quedó a trabajar con nosotros. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Este día avanzamos algo más
rápido, casi cuatro sub-parcelas terminadas, esperamos avanzar más rápido los
siguientes días. Por la noche nos comunicamos con
La Paz otra vez. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Por la noche, cuando regresamos
al campamento, festejamos el cumpleaños de doña Nieves con una deliciosa torta
que ella misma preparó por la mañana. Ojalá ella haya pasado contenta
sus cumpleaños en nuestra compañía, a pesar de encontrarse lejos de su familia. b Volver al inicio a b
Volver al resumen a En estos dos días tuvimos la
rutina de siempre, sacar las plantas secas y poner las nuevas en la secadora
por la mañana y durante el día trabajar en la parcela. Nos comunicamos por radio a La
Paz y Narel nos comunicó que Peter Jorgensen, director del Proyecto, llega el
15 de este mes, antes de que nosotros volvamos, pero se queda para nuestra
vuelta. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Por la mañana, Marcelino no se
sintió muy bien, tenía un dolor en la rodilla, por lo que preferimos que se
quede en el campamento a descansar. Logramos terminar con la
parcela, ya sólo nos quedan por trabajar unos cuantos transectos. Por la noche Renate logró hablar
con su familia en La Paz y Narel también se comunicó, aunque sin muchas
novedades. Ya habíamos hecho un buen
paquete de plantas secas, listas para llevarlas a La Paz, así es que decidimos
mandarlo de una vez con una persona que estaba de ida a Apolo. Esperábamos que
lleguen bien, pues como estaban secas, su transporte podría dañarlas si no se
lo realizaba con cuidado. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Renate se sintió un poco mal,
parece que algo que comió no le cayó muy bien, así es que se quedó en el
campamento y el resto del equipo trabajó en un transecto, cerca de donde
habíamos instalado la parcela. Ella nos hizo falta, ya que no conocíamos muchas
de las plantas y tuvimos que colectarlas todas, lo que nos dio bastante trabajo
por la noche para prensarlas. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Fuimos hacia Mamacona y,
volviendo sobre la senda que habíamos hecho hacia nuestro campamento,
encontramos otro lugar para trabajar con más transectos. Ese día terminamos el
que denominamos “Palmital”; en este lugar vimos muchas especies que no habíamos
encontrado antes, por lo que de nuevo teníamos mucho que prensar por la noche. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Un poco más allá de donde fuimos
el día anterior, hicimos otro transecto, el cual terminamos temprano. Esa tarde
llegamos a bañarnos con lo último de sol, un baño reconfortante. Luego
prensamos las plantas y por la noche nos comunicamos con Narel, teníamos una
lista de cosas muy larga para encargarle, la lista de material que pensábamos
dejarles para su próxima entrada, las cosas que faltaban y otras más. Luego nos fuimos todos a dormir
y, como después de media hora, Renate se acordó que había olvidado otro encargo
para Narel; ese rato trató de comunicarse con La Paz, sin conseguirlo porque ya
era tarde. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Esperamos a que sean las 8 para
llamar al Herbario; después de una larga espera lo conseguimos, Renate logró hablar
con Francisco, a quien dejó el encargo para Narel. Luego fuimos a trabajar. Era un día
totalmente despejado, continuamos por la senda hacia San José de Uchupiamonas.
Nos perdimos en el trayecto, así es que abrimos una nueva brecha y trabajamos
cerca. Por la noche Renate habló con
Stephan Beck, director del Herbario Nacional de Bolivia, sobre algunas cosas
del proyecto. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a A finalizar, todos felices por
el trabajo cumplido y después de la tradicional “foto del recuerdo”, regresamos
al campamento a prensar nuestras últimas plantas de este viaje. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a En la mañana, todos nos dispusimos a hacer paquetes muy
firmes y bien protegidos de las plantas, para que no se maltraten durante el
transporte. Mientras tanto, Renate y María se fueron a tomar algunas fotos y a
las 11 de la mañana llegaron los dueños de los bueyes. Habíamos acordado
anteriormente que nos llevarían sólo hasta el arroyo Cuchihuani, donde nos
esperarían los caballos de Remberto; con ellos que llegaríamos hasta Machúa,
donde nos esperaría la movilidad del Instituto de Ecología. Lamentablemente, como Renate no
estaba ese momento, volvieron por la tarde pero esta vez, totalmente
disconformes con el trato que habíamos hecho. Ahora su propuesta era llevarnos
con sus bueyes hasta Machúa, porque sólo hasta la mitad del camino no les convenía
y no querían hacerlo. Esto nos disgustó mucho, porque ya el hermano de Remberto
estaba de camino hacia Cuchihuani y no era justo que una vez allí le dijéramos
que ya no necesitábamos de sus servicios. Esa tarde estuvo pesada y muy reñida
con los señores; al final tres de ellos, que tenían sólo cinco bueyes,
aceptaron llevarnos; pero no podrían llevar toda la carga, y nosotros
tendríamos que cargar algo, así es que Remberto se fue a avisar a su hermano
que los caballos vayan avanzando más hasta darnos encuentro, y así el
transporte de nuestras cosas sería más fácil. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Por la mañana, cuando parecía
que ya todo se había arreglado, resultó que el dueño de dos de los bueyes con
los que contábamos para irnos, había tenido una noche de “fiesta” y estaba en
tan mal estado que no podría llevarnos. Milagrosamente, al rato
aparecieron los encargados de los bueyes con cinco animales más. Esto
solucionaba nuestro dilema, así es que por fin empacamos todo y cerca al medio
día partimos, aunque algunos cargando paquetes de plantas en la espalda. Llegamos a las 17:30 al arroyo
Patiapo, donde decidimos pasar la noche y hasta donde los bueyes llevaron
nuestra carga. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Llegando a Chiriuno, nos
encontramos con Remberto, y su hermano, quienes además de unas deliciosas
naranjas nos traían un muy rico almuerzo. Hablamos un rato con ellos y seguimos
caminando cada grupo con rumbos contrarios, ellos a recoger la carga hacia el
arroyo Patiapo y nosotros hacia el otro lado, donde acamparíamos esa noche. Todos estos últimos días
habíamos estado a “dieta obligada” porque se nos habían acabado los enlatados y
el charque; así es que estábamos a plan de arroz, el que doña Nieves preparaba
en todas las formas posibles, así es que el almuerzo esa tarde fue para todos
un verdadero festín. A eso de las 5 y media, llegamos
a nuestro destino y esperamos al resto,
quienes llegaron justo antes de que anochezca. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a Allí llegamos a las 11 de la
mañana y entre que recogíamos las cosas y las volvían a cargar, doña Nieves
compró un pollo y lo cocinó para nuestro almuerzo. Aunque esto nos llevó algo
de tiempo que no habíamos planeado, comimos bien y luego seguimos nuestra
caminata, esta vez rumbo al Naranjal donde pasaríamos nuestra última noche. Llegamos al lugar alrededor de
las 5 de la tarde y después de disfrutar de las naranjas y comer algo más,
todos nos fuimos a dormir. b Volver al inicio a
b Volver al resumen a Lamentablemente, no estaba
todavía la movilidad del Instituto esperándonos, ya que habíamos avisado que
nos recojan en la tarde. Pensamos alquilar otra para que nos lleve hasta Apolo,
por lo que Héctor se fue sólo Todos felices nos fuimos a
Apolo, donde nos dimos un muy reconfortante baño y por la noche cenamos todos juntos
para festejar la culminación feliz de otra de nuestras travesías. Durante toda la caminata de regreso nos dimos cuenta de
que la zona presentaba sitios muy interesantes como para seguir con un estudio más
profundo. Aparecieron ideas de trabajos posteriores, que esperamos se puedan
hacer más adelante. b Volver al inicio a b Volver al resumen a Como el viaje de ida nos había
llevado casi doce horas, decidimos salir a las 4 de la mañana de Apolo para
llegar ese mismo día a La Paz, y lo logramos! Renate ayudó un buen trecho al
chofer para que el viaje no le fuera muy pesado y llegamos a La Paz a eso de
las 4 de la tarde. La movilidad del Instituto llevó
todas las cosas al Herbario, donde Narel y los demás chicos esperaban para
descargar todo; y nosotros nos fuimos cada uno a descansar a nuestras casas,
porque el viaje había sido largo y cansador. b Volver al inicio a
b
Volver al resumen a
Aprendiendo
a prensar
30 de julio 2002
Dejamos
las muestras ya prensadas en la secadora y nos fuimos a terminar el trabajo del
día anterior.
Hablamos por
radio
31 de julio 2002
Temprano,
nos levantamos e hicimos lo que después se convirtió en la rutina de todas las
mañanas, pusimos las muestras en la secadora y sacamos las que ya estaban secas
con las que hacíamos paquetes para guardarlos hasta su transporte hacia La Paz.
La primera
lluvia
1° de agosto 2002
Empezamos
a marcar la parcela
2 de agosto 2002
Después
de nuestra rutina cotidiana, nos fuimos a trabajar en un transecto cerca donde
instalaríamos la parcela, mientras que Honorio y Marcelino fueron a empezar la
línea (de 500 m) por donde iría nuestra PPM (Parcela Permanente).
Empezamos lento
3 de agosto 2002
Día de chocolate
4 de agosto 2002
Más rápido
5 de agosto 2002
Día
de fiesta: día de Bolivia y cumpleaños de doña Nieves
6 de agosto 2002
Este día
había que trabajar, igual que todos los demás, Honorio y Marcelino se sumaron a
nuestro trabajo en la parcela. Avanzamos más rápido, por varios motivos: porque
la cantidad de gente había aumentado, porque ya habíamos colectado gran parte
de las plantas y finalmente porque el lugar por donde estábamos en ese momento
era dominado por tola. Aún así, parece que nos faltará tiempo para terminar con
el trabajo, nos tendremos que quedar un día más de lo planeado.
Ya es una rutina
7-8 de agosto 2002
¡Terminamos
la parcela!
9 de agosto 2002
Un transecto más
10 de agosto 2002
Lugar
nuevo... muchas plantas por prensar
11 de agosto 2002
Un baño con sol
12 de agosto 2002
En
el campo todo se hace más temprano
13 de agosto 2002
Último día
de trabajo
14 de agosto 2002
Despertamos
temprano, y después de un delicioso arroz con leche que doña Nieves preparó para
el desayuno, nos fuimos a buscar la senda que no habíamos encontrado el día
anterior. Después de avanzar un buen trecho, hicimos el penúltimo transecto que
terminamos al medio día. Comimos y en la tarde, un poco más allá, terminamos
con nuestro trabajo haciendo el último transecto. A este último lo denominamos
“Solidaridad” porque se trataba de un bosque bajo lleno de lianas y de muy
difícil acceso. Los guías no dejaban de recordarnos que así eran los lugares
donde trabajaban con el grupo anterior, por eso, decidimos “solidarizarnos” con
ellos y hacer uno similar.
Un día de
discusión
15 de agosto de 2002
Después de mucho discutir, por fin nos vamos
16 de agosto 2002
Todo
parecía ir muy mal, nos tendríamos que quedar un día más esperando a que los
caballos lleguen hasta donde estábamos y nos recojan. Renate propuso ir
cargando algo de los bultos hasta Chiriuno y volver luego a recoger la otra
parte, más los tres bueyes que teníamos. Tal vez lograríamos dormir en Chiriuno
con todas las cosas esa noche, para que Remberto con sus caballos nos recogiera
de allí al día siguiente, pero ante esta idea la mitad del grupo estaba
disconforme. También se pensó que Marcelino y Honorio podrían quedarse cuidando
las cosas y el resto irse adelantando, pero tampoco se lograba conformar a
todos… los ánimos no eran muy buenos en ninguno.
Sorpresa en
el regreso
17 de agosto 2002
Temprano,
después de despachar a la gente de Mamacona y pagar por el alquiler de sus
bueyes, todos nos adelantamos caminando, menos Honorio y Nieves, quienes se
quedaron a cuidar las cosas esperando a que los caballos lleguen a recogerlas.
Hacia el
Naranjal
18 de agosto 2002
Temprano,
después del ya acostumbrado enchipado de los bultos caminamos todos rumbo a
Turnia, una comunidad que quedaba de paso y de donde había que recoger el resto
de la carga que habíamos mandado antes.
Apolo de nuevo
19 de agosto 2002
Nuestro
último desayuno estuvo acompañado esta vez también de naranjas y agradeciendo a
doña Elena, la señora que cuida el naranjal, por habernos dejado acampar en
este lugar, nos fuimos hacia Machúa, donde llegamos al medio día.
hacia
Apolo para conseguirla. Grande fue su sorpresa y alegría al ver que Ernesto ya
estaba allí; a los pocos minutos ya estaban ambos en Machúa para recogernos.
En 12 horas a
La Paz
20 de agosto 2002